Mi
confrontación con la docencia
Cuando
un profesionista se inicia en este campo, ¿Quién puede imaginarse siquiera la
magnitud de la aventura en la que se está arriesgando?, me refiero a “arriesgando”
en un sentido positivo; aunque sabemos hacia dónde vamos, no nos imaginamos
realmente cómo será esa nueva experiencia, sino hasta que la estamos viviendo; todos
hemos pasamos por diferentes vivencias en el aula, siendo alumnos; sin embargo
tomar ante ti la responsabilidad de acompañar y guiar a un grupo de jóvenes
para promover en ellos los conocimientos referentes a una materia, implica
hacer uso de muchos recursos y habilidades que ya se poseen y otros que hay que
ir desarrollando en el transcurso de esta travesía.
Cuando
me encontraba con un buen profesor, pensaba que su trabajo era realmente
fascinante, pues su elocuencia y
naturalidad me daban la confianza de que la persona que tenía al frente
era la ideal para ese papel. Sin embargo, al menos en mi caso no siempre fue así,
tuve algunos profesores que no motivaban al grupo lo suficiente para
esforzarnos cada día más.
La
primera vez que tuve la oportunidad de estar frente a un grupo, fue por ayudar
a una profesora, amiga mía quien se iba a ausentar unos días y ella confío en
mí para que la supliera en sus clases, ahí me di cuenta de lo meritorio de esta
labor, después de algún tiempo, otra amiga me ofrece sus clases en un Cecyteg, ella,
por situaciones personales no podía continuar allí; en aquel entonces tenía una
jornada laboral en una oficina por la mañana y por la tarde impartía clases, al
hacer un balance de los 2 empleos, encontré que en la docencia me sentía más realizada
y motivada de enfrentar nuevos retos todos los días, pero también valore lo gratificante
de esta actividad, cuando tienes la oportunidad de ver la respuesta en la
mirada de los alumnos, y te percatas que han comprendido un tema, estos momentos en lo personal son de gran
satisfacción .
Mi
comienzo en la docencia, significó un giro completo en mi profesión, de
interactuar solamente con una computadora durante 7 horas de jornada laboral, a
mantener la atención de un grupo de 45 o 50 jóvenes, ello me obligó a
desarrollar habilidades que nunca había puesto en práctica. Puedo decir que al
inicio mi mayor preocupación era que el alumno demostrara haber adquirido
ciertos conocimientos, y me olvidaba en muchas ocasiones, de que pudieran darse
situaciones en la vida de cada alumno que en un momento dado, no les permitía
concentrarse en clase, avanzar o cumplir con tareas en casa. Creo que para
aquellos que tuvieron una formación de maestro, después de profundizar y analizar
algunas teorías de la psicología, la sociología, la filosofía de la educación, durante
su carrera, esto lo aprenden como algo básico, sin embargo para mi caso no fue
tan claro, sino hasta unos años después de iniciarme en este campo.
Gracias
a los compañeros con los que me ha tocado compartir en el sistema de
bachillerato SABES, así como las capacitaciones en enseñanza, es que he
aprendido cuán importante es lograr
cierta empatía con ellos para que se sientan en confianza y logren el
aprendizaje. Buscar de acuerdo a la
dinámica del grupo las estrategias que me permitieran dar al grupo la atención
que demandaba por ejemplo. Con el tiempo, me he dado la oportunidad de reflexionar sobre, mi actuar, acumulando un poco de experiencia, en
la práctica haciendo uso de diferentes recursos como apoyo didáctico, para no caer en el simple
discurso expositivo; por otro lado a partir del modelo educativo y la enseñanza
en el aprendizaje cooperativo de nuestro sistema, he buscado que los alumnos
hagan más por ellos mismos y vayan construyendo su conocimiento, he introducido
estrategias sobre todo en lo que se refiere a la metacognición y la
interdependencia social positiva en las sesiones de clase, creo que estas dos
son parte importante en la asimilación del aprendizaje en el alumno.
Ahora
me doy cuenta de que un buen profesor nunca debe quedarse en una zona de confort,
pues en nuestro caso cada generación de alumnos, presenta características
diferentes que demandan de nuestra parte acciones acordes a sus necesidades;
conocer en un principio quienes son los alumnos que conforman un grupo y sus
inquietudes, será un buen punto de partida para aportarles algo de lo que ellos
esperan además de lo que marca el plan de estudios.
Celia
Esther Amézquita Horta